jueves, 26 de diciembre de 2013

Capítulo 23.

-Ten cuidado con los pasos que das Worsnop Evans, todo lo que tienes se irá por la borda por tus errores. -No la reconocí, era ronca pero algo aguda.
-¿Quién eres? -Pero no volvió a hablar. Abrí la puerta y corrí hacia el ascensor, bajé y abrí la puerta principal, observé a todos lados, pero no vi a nadie, me quedé un rato allí hasta que me decidí por volver a subir y volver a recostarme. ¿Acaso era mi imaginación? ¿era una amenaza? ¿la mujer era real? Tomé otra pastilla y me cambié la ropa por algo deportivo. Tomé mi mochila colocando un agua y mi iPhone dentro y salí cerrando con llave. Me subí al ascensor y presioné el botón, cuando las puertas se abrieron me encontré con Jeremiah con el traje sucio y algo despedazado, tenía un gran moretón en la mejilla.
-¡Jeremiah! ¿Qué te sucedió?
-N...nada ____, no es nada. -Salió del ascensor pero lo tomé del brazo, se dio la vuelta y me miró como si estuviera teniendo compasión de mi. 
-Puedo ayudarte, ven... -Lo tomé de la mano y lo dirigí hacia mi departamento, abrí la puerta con llave y entramos, lo recosté lentamente en el sofá y me dirigí hacia el refrigerador, sacando un poco de hielo. Volví a dirigirme hacia el sofá, pero Jeremiah ya no estaba allí. ¿Qué mierda pasa con mi vida? Salí rápidamente de la casa y toqué la puerta de Beau, me abrió su esposa.
-¡Hola ____! ¿Qué necesitas?
-Hola Lights, quería preguntarte si sabías dónde vive Jeremiah Wells...
-Si, dos pisos abajo creo, pero no se en qué departamento.
-Oh, bien, ¡gracias!
-No hay de qué. -Me sonrió y corrí hacia el ascensor, presioné el botón del piso 14 y cuando llegué toqué una puerta al azar, un señor mayor a 35 años me miró confundido.
-Buenas tardes, ¿qué necesita?
-Disculpe las molestias, necesitaba saber dónde vive Jeremiah Wells.
-Aquí al lado señorita.
-Oh, muchas gracias y disculpe otra vez.
-No hay problema, adiós. -Cerró la puerta y automáticamente me dirigí hacia la puerta de al lado, la toqué y Jeremiah salió de adentro con cara de confusión, se veía muy bien, ya no tenía el moretón en la mejilla.
-Hola... ____, ¿qué se te ofrece?
-Hola Jeremiah, no... nada, lo lamento, me equivoqué de puerta. -Corrí avergonzada hacia el ascensor y bajé hacia la planta baja, abrí la puerta principal y comencé a caminar sin rumbo alguno. ¿Qué era ésto? ¿qué me está sucediendo? ¿Estoy paranoica? ¿Qué es lo que me está afectando? Tal vez los sueños, o también lo que estaba sucediendo con los chicos... De pronto me encontré en casa de Zack, ya era de noche. Toqué el timbre y salió con una toalla enrollando su cintura.
-¡Hola nena! ¿Qué sucede? Pasa... -Le hice caso sin contestar, entré y me senté en el sofá. -¿____? ¿qué te sucede? -Traté de que las palabras salieran de mi boca pero nada, no entendía que me estaba sucediendo. -Nena... háblame, me asustas. -Lo miré a los ojos y luego su pecho desnudo, sus brazos, su cabello mojado.
-Ve a cambiarte. -Logré decir.
-Oh si, lo lamento. -Subió las escaleras y cinco minutos luego bajó con su pijama. -¿Puedes hablar? -Lo miré a los ojos tratando de decir algo. -¿Por qué lloras bebé? No me gusta que llores. -Lo observé confundida y toqué mis ojos, mis mejillas estaban mojadas.
-N...  -Ni un susurro.
-¿Quieres quedarte? -Asentí con la cabeza y comencé a llorar desconsoladamente contra su pecho, me abrazó y besó mi cabello acariciando mi espalda suavemente. -Ya bebé, tranquila, todo irá bien... -Seguí llorando hasta que paré y oí la voz de Zack cantando, era la canción que me gustaba, Time Bomb... *Si tuviese que sacarte de los escombros lo haría, sabes que nunca te dejaré ir. Somos como una bomba de tiempo, vamos a explotar; cariño, somos una bomba de tiempo pero la necesito, no lo podría entender de otra manera. Bien, no hay manera de salir de aquí... no te preocupes, cada tormenta tiene su fin. Resistirse es inútil, somos dos niños sin miedos, como una bala disparada a un enfermo de amor, solo hay un camino en ésta carretera...* Lo observé y tenía los ojos cerrados mientras cantaba casi susurrando, me acerqué a sus labios lentamente y lo besé, abrió sus ojos y siguió el lento y dulce beso... Cuando nos alejamos me dirigió una pequeña sonrisa y secó mis ojos con sus pulgares.
-Amo ésa canción. -Susurré.
-Lo sé. -Besó mi frente y me tomó en sus brazos.
-¿Qué haces? 
-Vamos a dormir.
-¿Qué hora es?
-Las 9 de la noche. -Subimos las escaleras y me recostó suavemente en la cama, quitando mis zapatillas y luego tapándome con la sábana. Se recostó a mi lado y me recosté en su pecho sintiendo un infinito cansancio y quedándome dormida.

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